El huerto-jardín terapéutico o la hortiterapia

El cáncer, la dislexia, la enfermedad de Alzheimer, el síndrome de Down, el autismo, la depresión o la senilidad tienen distintas necesidades aunque son igual de sensibles a la influencia de la belleza y de la luminosidad que ofrece el huerto-jardín.

COMUNICACIÓN. En la vejez, la enfermedad o la minusvalía las personas se encierran en si mismas. Aprisionadas en su mundo, podemos sacarlas y traerlas al nuestro utilizando el jardín-huerto como mediador. Es un combate donde se pone atención fuera de si mismo sin forzar y sin riesgos, permitiendo retomar la comunicación y conectar de nuevo con la vida.
TRANSFORMACIÓN. El acto generoso que cuida con cariño a las plantas preocupándose de su salud es retribuido con sus efectos positivos. Cuidarse cuidando aquello que nos rodea es clave en la eficacia terapéutica; es la conversión del paciente en propio terapeuta. Ahí donde el lenguaje o los ánimos fracasan y amenazan con un conflicto, vemos aparecer una sonrisa.
UNIÓN. Las discapacidades y enfermedades de larga duración suelen convertir la vida de uno mismo en un lugar inhóspito. Atender con cariño a las plantas es la posibilidad de crear nuevas referencias psicoafectivas en el entorno, de establecer nuevos vínculos emocionales profundos dando sentido al vivir. Es unirse a la realidad que compartimos juntos.

En realidad, poetas, payasos, médicos y jardineros trabajamos juntos en un mismo sendero.